lunes, 8 de julio de 2013

Capítulo 20, “La despedida”

Entre que los chicos tardaron en bajar todas sus cosas al coche y que Harry no encontraba su móvil y Zayn su iPod, llegamos al aeropuerto de madrugada más o menos a las dos de la mañana, este, estaba completamente vacío. Nuestro vuelo partía de Madrid con destino a Londres dentro de un par de horas, por lo que estaríamos llegando sobre las seis de la mañana, que palizón…

- Niall, ¿ahora qué haremos? –Le dije mientras abrazaba con fuerza su brazo que pasaba por mi cuello. Nos encontrábamos sentados en el suelo, yo entre sus piernas.
- ¿A qué te refieres? ¿No estarás pensando en cortar, no? –Me preguntó abriendo los ojos como platos.
- Anda… ¡Que dices bobo! ¿No serás tú el que quiere cortar, no? –Le pregunté de igual manera.
- Uy… primera crisis, ¡primera crisis! –Dijo Louis que se encontraba con Kelly en la misma posición que nosotros.
- ¡¿Por qué no te callas?! –Dijimos Niall y yo al unísono.
- Jajaja. –Rio Niall para después darme un beso en la sien.
- Chicos, ¿ahora, a donde vais? –Preguntó Diana que se encontraba tumbada en las piernas de Zayn.
- Pues ahora nos toca ir por todo Reino Unido y más países cercanos haciendo la promoción del nuevo disco. Y ya después la gran y tan esperada gira mundial. –Le respondió Liam como si se tratara de un anuncio.
- ¿Sabéis que os echaré muchísimo de menos? Ya sé que soy muy pesada, pero es que es la verdad. –Dije haciendo puchero.
- ¡Ay chicas y nosotros a vosotras! –Dijo Harry mientras que ponía cara de estreñido.
- ¡Abrazo colectivo! –Gritó Louis poniéndose de pie en el centro de todos mientras que extendía los brazos en el aire. Todos nos levantamos y nos abrazamos los ocho a la vez.
- Bueno, para terminar este momento sentimental, os hemos traído una cosita… A ver que os parece. –Dijo Diana mientras que le daba de parte de Marta a cada uno su correspondiente carta.
- ¿Qué es esto? –Preguntó Zayn mientras que la recibía.- ¿No será una carta de Louis para hacer una orgía en el baño del aeropuerto número 669? Jajajajajaja. –Rio hasta encorvarse del dolor de estómago. A los demás se les escaparon unas risitas, a todos, menos a Louis y a Kelly. La verdad, yo no sabía si reírme o llorar…
- Mira que eres tonto Zayn… –Resopló Kelly mientras miraba al suelo con cara de enfado.
- Si tío, mejor cállate. Solo te digo una cosa, si, ha sido gracioso, pero si Kells no se ríe, yo, tampoco. –Dijo Louis con tono chulesco.
- Puajajajaja, ay, lo siento, pero es que no me aguantaba más la risa. –Dije secándome las pequeñas lágrimas que se me asomaba por las comisuras de los ojos.
- Menudo papelón tienes hecho, Louis… –Dijo Liam seguido de una risa graciosa.
- Bueno, que haya paz y que nadie se enfade. –Dije mirando a Kelly.- Volviendo al tema de antes, las cartas son de una Directioner que se llama Marta y que vino desde Elche, solo para veros. –Todos abrieron rápidamente los sobres para leer las cartas y se pusieron sus regalos, que eran unas preciosas pulseras.
- La mía es la mejor… Está en medio español, jaja. –Dijo Niall mientras que guiñaba un ojo.
- Oh… Que mona Marta. –Dijo Liam llevándose la carta al corazón.
- ¿Qué te ha puesto, Liam? –Le preguntó Kelly mientras intentaba quitarle la carta.
- ¡Eh! ¡¡Es mía!! Son cosas privadas entre Marta y yo, ¿vale? –Dijo Liam como si fuera un niño pequeño, mientras apartaba la hoja de las manos de Kelly.
- ¡Podríais subir una foto al Twitter con vuestras pulseras y nombrarla! Así sabría que os han llegado las cartas. –Dejé caer la proposición como quien no quiere la cosa.
- No te preocupes Katia, que ahora nos la hacemos. –Dijo Zayn complaciéndome en mi indirecta petición.
- Bueno, chicas, así a lo tonto, ya ha pasado una hora, nosotros ya tenemos que embarcar y vosotras también… Es la hora de que nos despidamos. –Dijo Harry con tono serio.
- No… –Esbocé, para después ir corriendo donde Niall a plantarle un abrazo.- Niall, prométeme, que esa estúpida distancia que nos separe, no impedirá que nos sigamos queriendo. –Le dije hundiendo mi cabeza en su pecho.
- Sabes que jamás lo permitiría. –Me susurró al oído. Sentí como quitaba un brazo de mi espalda y se metía la mano en el bolsillo del pantalón.- Mira Kat. –Me dijo haciendo que mirara su mano que sostenía una fina cadena de plata que tenía un dije en forma de estrella.- Esto me lo dio mi abuela cuando me regalaron mi primera guitarra, desde entonces, la llevo conmigo, siento que me da suerte y ahora quiero que la lleves tú, así es como si estuviera siempre contigo. –Continuó, haciendo que diera media vuelta para poner la cadena en mi cuello.
- Es precioso Niall. –Dije mientras observaba el dije. Acto seguido, me quité una de las pulseras que tenía en la muñeca.- Esto me lo dieron mis padres cuando me aceptaron en el Music and Dramatic Art British Academy, es muy importante para mí, ya que significa un gran paso en mi vida, al igual que tú. Quiero que te lo lleves para que cada vez que lo veas, te acuerdes de mí. –Le dije mientras le miraba a los ojos y le ponía en la muñeca la pulsera. Esta, tenía una pequeña placa en la que se veía con dificultad mi nombre grabado, ya que del uso, se había desgastado.
- Te quiero pequeña. –Me dijo estrechándome muy fuerte contra él. Esta sería la última vez, hasta dentro de algo de tiempo, que volvería a tocarle, a sentir su dulce olor, su ternura, su protección, su amor…- Una cosita, cuando llegues a casa, que no se te olvide llamarme, es importante. –Me volvió a decir en un pequeño susurro, a lo que simplemente asentí.

Después de despedirnos un par de veces más, seguidos de montones de abrazos y un poco más de besos, me despedí los chicos. Diana y Kelly tenían los ojos llorosos, al igual que yo. Nos acompañaron hasta el control de seguridad, el cual lo pasamos sin problemas. Cada paso que nos dirigía hacia el avión, nos separaba más de ellos. Las dos horas largas de vuelo se me hicieron interminables entre sollozo y sollozo. No tenía ganas de nada, ni de hablar, ni de pensar, ni de recordar... Al salir del aeropuerto, me sentía como en casa. La estancia en Madrid, había sido genial, pero no había nada como sentir el aire congelado en los mofletes y ver las frías y mojadas calles de Londres. El padre de Kelly nos recogió de madrugada y nos llevó a cada una a nuestras respectivas casas.

- Katia, no te olvides de que mañana paso a buscarte a las 7:45 a tu casa para ir al instituto. Así que acuéstate ya. –Me dijo Diana antes de que saliera del coche.
- Vale, no te preocupes, te espero. –Le respondí mientras bostezaba.- Muchas gracias por traerme, nos vemos mañana. Os quiero. –Me despedí, para por fin dirigirme a mi casa.
- Hasta mañana... –Me dijeron al unísono.

Entré cuidadosamente, para que Tom y Bella, no pudieran escaparse. Dejé la pequeña maleta junto con las bolsas de los regalos al lado de la puerta, tiré el bolso y el abrigo encima de la mesa y me dirigí a la cocina, para tomarme un gran vaso de agua. Estaba cansada, exhausta, no tenía ganas ni de subir las escaleras para ir a mi habitación, por lo que decidí dormir en el sofá con la ropa puesta. Posé mi cabeza en el reposa brazos y me acurruqué, quedando echa un guiñapo. Sentí como vibraba mi móvil, pero no tenía ni fuerzas, ni las ganas suficientes como para levantarme a cogerlo. Mañana ya sería otro día, sería como empezar sin una parte de mí, pero el que él estuviera feliz, en una parte, hacía que yo también lo estuviera. Cerré los ojos para escapar ya de esta estúpida realidad y fundirme en mis sueños.
Sentí, un peso encima de mí que hizo que me despertara. Entreabrí los ojos y con la visión opaca, vi una pequeña mancha blanca que no paraba de revolcarse encima de mí y que jugaba a morderme las manos.

- Bella... déjame dormir, ¡tengo sueño! –Le dije con voz apagada mientras retiraba mis manos y me acomodaba de costado. Sentí como Bella bajó del sofá, para segundos después, empezar a jugar con mis mechones de pelo que colgaban del sofá.- Mira que eres pesada... –Dije al darme por vencida a seguir durmiendo un rato más.

Giré sobre mí, para poder ponerme en pie, pero la sorpresa de ver esa bola de pelos que no era mi gata, me lo impidió. Me quedé paralizada, aquel cachorro me miraba como si dependiera de mí; esperando mi respuesta me ladró, he hizo que esta situación fuera más incomprensible para mí. Rápidamente me levanté con las rodillas tembleques y corrí hacia mi bolso en busca de mi móvil. ¡Doce llamadas perdidas de Niall y no sé cuántos mensajes! Ay madre... Pulsé con desesperación la pantalla del aparato para llamarle e intentar obtener respuesta alguna. “Este móvil está apagado o fuera de cobertura.” Me respondió la voz del contestador. ¿Qué iba a hacer yo con aquel cachorro? ¿Por dónde habría entrado? Miré mi reloj de muñeca para otra vez, paralizarme. Las 8:05... ¡Mierda! Ya llegaba tarde a clase, ¿dónde se había metido Diana? Revisé Whatsapp y en efecto, tenía otra infinidad de mensajes de Diana, Kelly, Niall...

*Mensaje de Diana*
Diana: Estamos fuera, sal ya.
Diana: ¡Katia! Te hemos estado pitando durante diez minutos y mi padre está muy enfadado.
Diana: Por favor... DESPIERTATE.
Diana: Katia, lo siento, pero me voy, que ya llego raspando. Cuando te despiertes avísanos. Y espero que no te asustes ni nada... tan solo es un cachorro. ¡Te quiero fea!
*Última conexión a las 8:00*

¡¿Qué no me asuste?! Madre mía... Subí corriendo a mi habitación para ponerme el dichoso uniforme y hacer la mochila, y al abrir la puerta, me encontré una caja con agujeros, totalmente destrozada; trozos de cartón por ahí, trozos cartón por allá... Menudo desastre. Me cambié la ropa, me lavé la cara y cogí la mochila. Bajé las escaleras corriendo y me lo encontré ahí, esperándome sentado a cuatro patas, mirándome inofensivamente.

- No me mires así, por favor… –Le dije resignada.- ¡Comida! Seguro que quieres comer. –Exclamé y corrí hacia la nevera buscando algo para darle. –Mira aquí te dejo un trozo de pollo, agua, leche y pienso de gatos… Lo siento perrito, pero no sé qué darte, no tengo experiencia con los de tu especie. –Le acaricié la cabeza y le dejé todo en cuencos sobre el suelo; el cachorro se abalanzó sobre el pollo pasando completamente de mi.- Bueno, me voy, vuelvo dentro de un rato. Cuida de los pequeños, Tom. –Le dije entre risas mientras cogía el móvil de encima de la mesa y salía de casa.

¿Correr o coger el metro? Correr. Llegaría en diez minutos más o menos. Odiaba correr con la falda, me sentía rara, pero si cogía el metro llegaría aún mas tarde. El móvil empezó a vibrar anunciándome la llamada de Niall.

*Conversación telefónica*
- Niall: ¿Katia? ¿Hola?
- Yo: Hola cariño. Adivino, ¿a qué me tienes que contar una cosa muy importante?
- Niall: No… ¿Enserio? Me dijiste que cuando llegaras a casa me avisarías.
- Yo: Ay, lo siento… Llegué en modo zombie y me quedé frita en el sofá.
- Niall: ¿Estás bien? Te noto agitada.
- Yo: No, solo que llego tarde a clase y estoy corriendo.
- Niall: Habría que verte… Jajaja.
- Yo: ¿Tiene nombre? ¿Sabes que casi me da algo cuando lo he visto al despertarme?
- Niall: JAJAJA. Te dije que era importante… Es un  cachorro de labrador. No, no tiene nombre, se lo tienes que poner tú. Es un pequeño regalo, para que te acompañe estos días.
- Yo: ¿Sabes que los perros comen y crecen? Durante estos días, dice… Dirás durante unos bastantes años, ¿no?
- Niall: ¿Acaso no te gusta?
- Yo: Sabes que me encantan, pero… Es mucha responsabilidad Niall… ¡Pero es que es más mono!
- Niall: Bueno, menos mal, ya me estaba viendo buscándole otro hogar.
- Yo: ¡Que no bobo! Mofo ya es mío.
- Niall: ¿Con que ya le has puesto nombre? Me alegra que guste cielo.
- Yo: ¿Cómo no me iba a gustar? Niall, hablamos por Whatsapp, que ya he entrado en el pabellón. Te quiero un mundo.
Niall: Te amo princesa.
*Fin de la conversación telefónica*

Subí los cuatro pisos que me separaban de mi destino lo más rápido que pude, mientras le enviaba un mensaje a Diana y a Kelly, avisándoles de que ya estaba por entra a clase. Giré la esquina mirando fijamente el móvil y sin saber porque, caí al suelo, mi móvil salió disparado por este y una lluvia de hojas cayó sobre mí.

- Ay, mi culo… –Susurré a la vez que me ponía de pie y me lo frotaba con la mano. El chico con el que me había chocado no recordaba haberlo visto antes, lo más seguro es que fuera nuevo.- ¿Podrías ir con más cuidado, no? –Dije con tono enfadado mientras buscaba mi móvil con la mirada y le ayudaba a recoger las hojas que se habían esparcido por todo el suelo.

- Lo siento, de verdad… –Esas palabras se me hicieron tan conocidas que hicieron que mi corazón se llegara a paralizar por unos instantes.

Capítulo 19, “Madrid, Madrid.”

*Narra Marta*

Por fin abro los ojos, la luz del sol que entraba por la ventana, me caía directamente en ellos. Pestañeando varias veces seguidas, consigo al fin ver con claridad y me quedo como de costumbre mirando el techo, donde tenía pegada la primera foto que se hicieron como grupo mis ídolos. Todas las mañanas que me despertaba, comenzaba mi reflexión habitual, ¿por qué yo no? ¿Ser una chica normal y corriente, era mi único impedimento para conocerles? Puede. ¿Mi vida? Básicamente, empecé a tener vida desde que supe de su existencia. ¿Mi sueño? Abrazarlos, estar con ellos. ¿Mis impedimentos? Todo. Pero hoy era el día en que tenía que cambiar las respuestas de mis preguntas y en el que también, cambiaría mi vida hasta dentro de tres años. Llevaba esperando este día desde hace exactamente cuatro meses, cuando me dieron la noticia de que mi perfil encajaba en todas condiciones para poder entrar un prodigioso y lujoso instituto de Londres, en la Music and Dramatic Art British Academy. Me habían concedido una beca de las veinte que estaban sorteando entre los alumnos más brillantes de Europa. Aquí la más sorprendida era yo, sacaba buenas notas, pero nunca pensé que me darían la beca… Al igual que tampoco pensé que sería capaz de alejarme de mi familia, de mis amigos, de mi ciudad y comenzar una nueva vida con tan solo quince años, yo sola, ante todo, pero ya lo daba todo por sentado, hoy salía mi vuelo Elche-Madrid, Madrid-Londres y no había vuelta atrás.
Mis ídolos estarían hoy en Madrid, presentando su nuevo disco en El Hormiguero, cada vez que recordaba el anuncio en el que salía Pablo Motos, presentador del programa diciendo “¡¡¡Y mañana, señoras y señores, estarán en este plató One Direction!!!” se me erizaba el cuerpo entero. Y casualidades de la vida, mi vuelo tenia escala en Madrid, y estaría ahí, el tiempo necesario, como para hacer alguna locura.
Me mentalicé, respiré hondo y eché lo que sería la última mirada a la foto del techo, volviendo a mis costumbres matutinas, con la voz un poco ronca, dije “Buenos días príncipes” y soltando todo el aire por la nariz, retiré el edredón, para levantarme de la cama enérgicamente, hoy sería un largo día. Me aseé, desayuné y preparé mi bolso de mano, con todo lo que iba a necesitar en las horas que estuviera en mi visita por Madrid, ya que mi maleta con todas mi pertenencias se irían directamente a Londres, de donde la recogería una prima lejana y creo yo que muy lejana de mi madre, con la que compartiría casa en Londres, hasta que cumpliera los dieciséis años. Por fin subí todas mis cosas al coche, esperando solamente a que mi madre lo arrancara. En el trayecto al aeropuerto, solo miraba el paisaje y los lugares que en los que había pasado buenos momentos, aunque mi madre interrumpía todo el rato mi contemplación… Al parecer ella estaba más nerviosa que yo, o al menos me daba eso a entender, al preguntarme una marabunta de cosas sin sentido cada dos por tres. Que le iba a hacer, ella era así, le echaría de menos. Al fin llegamos al aeropuerto y al momento que peor se me daba y el que menos me gustaba, la despedida.

- Hija, ya sabes que este es tu hogar y que solo hace falta una llamada, para que te traiga de vuelta, por cualquier cosa, ya sabes. Y que sepas, que eres lo más importante para mí y que me cuesta mucho dejarte ir, pero ha sido tu decisión, te quiero un mundo, mi vida, te echare de menos. –Me dijo mi madre llevándose una mano a la boca y con la otra atrayéndome hacia ella, para darme, lo que sería nuestro último abrazo en mucho tiempo mientras que se echaba a llorar desesperadamente. Por eso no me gustan las despedidas, sabía que esto pasaría.
- Mamá… No te preocupes, estaré bien. Yo también te quiero muchísimo y te echaré de menos. Te llamaré lo más seguido que pueda, ¡y nos podemos ver por Skype! –Le respondí sonriendo mientras que sentía como una lágrima rodaba por mi mejilla.- Ya es hora de que me vaya, se me hace tarde. Te quiero. –Le dije separándome de su abrazo seguido de un beso en señal de despedida. Sin pensármelo dos veces, me dirigí al control de seguridad, para poder embarcar lo más antes posible. A partir de ahora, todo sería diferente...



*Narra Zaynab*

- ¡Mi madre, que frío! –Exclamé me frotaba los brazos intentado entrar en calor.

La señora que se encontraba a mi lado en la parada del autobús con un abrigo de piel, me miró incrédula, observando mi atuendo, que consistía básicamente en una camiseta de tirantes, unos shorts y unas Converse. Que le íbamos a hacer, así era yo… Debí de hacerle caso a mi padre antes de salir de casa. Todavía tengo sus palabras en la cabeza “Mi niña, abrígate un poco, que el clima de Canarias es totalmente diferente al de Madrid y mucho más al de Londres. Estamos en invierno y aquí te puedes ir a la playa, pero ahí, morirás por congelación, jaja.” Ahora me arrepiento de no haber cogido una chaqueta antes de salir. Pero ahora me daba todo un poco igual. El frío era totalmente soportable, sabiendo que hoy, vería a mis ídolos, cumpliría mi sueño.
Hace no mucho tiempo, viajar a Madrid, no estaba dentro de mis planes, ni mucho menos irme a vivir de forma permanente a Londres. Esto era muy duro, pero, ¿y todas las recompensas que recibiría en un futuro? Estas oportunidades solo ocurren una vez en la vida, por lo que tenía que aprovecharla. El día en que mi madre me dijo que me habían dado la beca en uno de los institutos más exclusivos de Londres, casi muero de la alegría, no me lo esperaba para nada, fue todo una sorpresa. Todavía me parecía mentira que me hubieran becado y mucho más que la misma institución me hubiera regalado alojamiento hasta que encontrara algún sitio donde hospedarme; todo había sido tan repentino…
Al subir al autobús, todos mis recuerdos se desvanecieron y mi cabeza se puso a planear todo lo que haría durante mi corta estancia en Madrid. Lo primero que haría sería dejar mis pertenencias en la casa de una amiga de la infancia y ponerme algo más abrigador, para luego salir pitando a cumplir uno de mis sueños, ir a ver a mis ídolos. Si lograba hablar con ellos, seria todo más que perfecto. Había gente que pensaba que estaba más que chalada, que era una ilusa, que ellos nunca se detendrían a ni a saludarme y que mucho menos se fijarían en mí, pero yo pasaba, ellos serían  los últimos en hacer que pierda la esperanza, simplemente porque ellos no saben nada. Lo que yo siento por mis chicos, no es fácil de describir. Yo no estoy aquí solo por sus caras bonitas, sus canciones me inspiran, me hacen sentir querida, me hacen sentir yo. En los momentos en los que no sabía qué hacer, o estaba plof, solo tenía que darle al “play” para encontrarme mejor. Eso nadie lo comprendería. Menos mal que mi familia y mis amigos me apoyaban y sé que a ellos, los tendría para cualquier cosa, aunque la distancia siempre es un impedimento… Pero bueno, en estos momentos, prefería no pensar en esas cosas, si no mirar hacia delante y que sea lo que tenga que ser.
Miré el papel donde tenía apuntada la dirección de mi amiga Raquel y elevé la mirada, para confirmar que estaba en el portal correcto. Cogí aire y pulsé en el telefonillo al 1º D. No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa al ver  el piso.

- ¿Sí? ¿Quién es? –Me preguntó una voz saltarina.
- Soy Zaynab, ¿eres tú, Raquel? –Pregunté para asegurarme de que no me había equivocado.
- ¡Si, sube Zay! –Exclamó abriéndome la puerta.

Estaba un poco nerviosa, hacía muchísimo tiempo que no la veía. Por lo que recordaba, éramos muy buenas amigas, pero desde que se mudó a Madrid, perdimos el contacto, hasta hace un par de meses. Cuando terminé de subir la escalera con mi maleta a cuestas, giré la mirada y ahí estaba ella esperándome en la puerta de su casa, con una gran sonrisa en su rostro, ahora adornada con brackets.

- ¡Zaynab! ¡¡Que ganas tenia de verte! –Exclamó, para después abalanzarse sobre mí y plantarme un abrazo.
- ¡Y yo Raquel! ¿Qué tal tía? Hacía ya que no nos veíamos, te he echado de menos… –Le dije después de soltar la maleta para poder corresponderle al abrazo.
- ¡Y yo a ti! Venga pasemos y me cuentas todo. –Me dijo ayudándome a coger la maleta del suelo.

Al entrar, me condujo a una pequeña habitación, donde dejó mi maleta y que sería donde pasaría la noche, para después ir al aeropuerto. Su apartamento era precioso, tenía vistas a un parque gigantesco al que todas las parejas iban a pasear. Estuvimos hablando durante un rato, recordando todos los buenos momentos que vivimos en nuestro pueblo canario y contándonos todo lo que había pasado en todo el tiempo que no nos habíamos visto.

- Me alegra mucho haberte visto Raquel, pero me tengo que ir yendo… ¿Tu sabes dónde queda la calle Alcalá? Es donde está el plato de El Hormiguero. –Le dije mientras cogía mi mapa de Madrid.
- Quita, quita, no necesitas eso, está cerca. El parque que te he enseñado antes es el Retiro, de ahí tienes que caminar unas cinco calles largas y ya llegas. –Me dijo mientras me señalaba el camino en el mapa.
- Muchas gracias enserio. Vendré un poco tarde. A ver si tengo suerte… –Dije  mientras cogía mi bolso.
- No te preocupes, tengo insomnio y no duermo casi nada, jaja. Ya verás que logras algo, espero que te vaya genial y que no sea en vano. –Me dijo mientras se acercaba a despedirse de mí.
- Gracias Raquel, ahora nos vemos. –Dije saliendo de la casa. Me iba contenta con aquellas palabras de ánimo.


Ahora solo me quedaba llegar a mi destino para cumplir uno de mis sueños. Me puse en marcha con un buen presentimiento que me invadía todo el cuerpo. Solo me quedaba ser todo lo positiva posible. “Que me pase lo que el mundo quiera”. Pensé.