*Narra
Marta*
Por
fin abro los ojos, la luz del sol que entraba por la ventana, me caía
directamente en ellos. Pestañeando varias veces seguidas, consigo al fin ver
con claridad y me quedo como de costumbre mirando el techo, donde tenía pegada
la primera foto que se hicieron como grupo mis ídolos. Todas las mañanas que me
despertaba, comenzaba mi reflexión habitual, ¿por qué yo no? ¿Ser una chica
normal y corriente, era mi único impedimento para conocerles? Puede. ¿Mi vida?
Básicamente, empecé a tener vida desde que supe de su existencia. ¿Mi sueño?
Abrazarlos, estar con ellos. ¿Mis impedimentos? Todo. Pero hoy era el día en
que tenía que cambiar las respuestas de mis preguntas y en el que también,
cambiaría mi vida hasta dentro de tres años. Llevaba esperando este día desde
hace exactamente cuatro meses, cuando me dieron la noticia de que mi perfil
encajaba en todas condiciones para poder entrar un prodigioso y lujoso
instituto de Londres, en la Music and Dramatic Art British Academy. Me habían
concedido una beca de las veinte que estaban sorteando entre los alumnos más
brillantes de Europa. Aquí la más sorprendida era yo, sacaba buenas notas, pero
nunca pensé que me darían la beca… Al igual que tampoco pensé que sería capaz
de alejarme de mi familia, de mis amigos, de mi ciudad y comenzar una nueva
vida con tan solo quince años, yo sola, ante todo, pero ya lo daba todo por
sentado, hoy salía mi vuelo Elche-Madrid, Madrid-Londres y no había vuelta
atrás.
Mis
ídolos estarían hoy en Madrid, presentando su nuevo disco en El Hormiguero,
cada vez que recordaba el anuncio en el que salía Pablo Motos, presentador del
programa diciendo “¡¡¡Y mañana, señoras y señores, estarán en este plató One
Direction!!!” se me erizaba el cuerpo entero. Y casualidades de la vida, mi
vuelo tenia escala en Madrid, y estaría ahí, el tiempo necesario, como para
hacer alguna locura.
Me
mentalicé, respiré hondo y eché lo que sería la última mirada a la foto del
techo, volviendo a mis costumbres matutinas, con la voz un poco ronca, dije
“Buenos días príncipes” y soltando todo el aire por la nariz, retiré el
edredón, para levantarme de la cama enérgicamente, hoy sería un largo día. Me
aseé, desayuné y preparé mi bolso de mano, con todo lo que iba a necesitar en las
horas que estuviera en mi visita por Madrid, ya que mi maleta con todas mi
pertenencias se irían directamente a Londres, de donde la recogería una prima
lejana y creo yo que muy lejana de mi madre, con la que compartiría casa en
Londres, hasta que cumpliera los dieciséis años. Por fin subí todas mis cosas
al coche, esperando solamente a que mi madre lo arrancara. En el trayecto al
aeropuerto, solo miraba el paisaje y los lugares que en los que había pasado
buenos momentos, aunque mi madre interrumpía todo el rato mi contemplación… Al
parecer ella estaba más nerviosa que yo, o al menos me daba eso a entender, al
preguntarme una marabunta de cosas sin sentido cada dos por tres. Que le iba a
hacer, ella era así, le echaría de menos. Al fin llegamos al aeropuerto y al
momento que peor se me daba y el que menos me gustaba, la despedida.
- Hija,
ya sabes que este es tu hogar y que solo hace falta una llamada, para que te
traiga de vuelta, por cualquier cosa, ya sabes. Y que sepas, que eres lo más
importante para mí y que me cuesta mucho dejarte ir, pero ha sido tu decisión,
te quiero un mundo, mi vida, te echare de menos. –Me dijo mi madre llevándose
una mano a la boca y con la otra atrayéndome hacia ella, para darme, lo que
sería nuestro último abrazo en mucho tiempo mientras que se echaba a llorar
desesperadamente. Por eso no me gustan las despedidas, sabía que esto pasaría.
-
Mamá… No te preocupes, estaré bien. Yo también te quiero muchísimo y te echaré
de menos. Te llamaré lo más seguido que pueda, ¡y nos podemos ver por Skype! –Le
respondí sonriendo mientras que sentía como una lágrima rodaba por mi mejilla.-
Ya es hora de que me vaya, se me hace tarde. Te quiero. –Le dije separándome de
su abrazo seguido de un beso en señal de despedida. Sin pensármelo dos veces,
me dirigí al control de seguridad, para poder embarcar lo más antes posible. A
partir de ahora, todo sería diferente...
*Narra
Zaynab*
- ¡Mi
madre, que frío! –Exclamé me frotaba los brazos intentado entrar en calor.
La
señora que se encontraba a mi lado en la parada del autobús con un abrigo de
piel, me miró incrédula, observando mi atuendo, que consistía básicamente en
una camiseta de tirantes, unos shorts y unas Converse. Que le íbamos a hacer, así
era yo… Debí de hacerle caso a mi padre antes de salir de casa. Todavía tengo
sus palabras en la cabeza “Mi niña, abrígate un poco, que el clima de Canarias
es totalmente diferente al de Madrid y mucho más al de Londres. Estamos en
invierno y aquí te puedes ir a la playa, pero ahí, morirás por congelación,
jaja.” Ahora me arrepiento de no haber cogido una chaqueta antes de salir. Pero
ahora me daba todo un poco igual. El frío era totalmente soportable, sabiendo
que hoy, vería a mis ídolos, cumpliría mi sueño.
Hace
no mucho tiempo, viajar a Madrid, no estaba dentro de mis planes, ni mucho
menos irme a vivir de forma permanente a Londres. Esto era muy duro, pero, ¿y
todas las recompensas que recibiría en un futuro? Estas oportunidades solo ocurren una
vez en la vida, por lo que tenía que aprovecharla. El día en que mi madre me
dijo que me habían dado la beca en uno de los institutos más exclusivos de
Londres, casi muero de la alegría, no me lo esperaba para nada, fue todo una
sorpresa. Todavía me parecía mentira que me hubieran becado y mucho más que la misma
institución me hubiera regalado alojamiento hasta que encontrara algún sitio
donde hospedarme; todo había sido tan repentino…
Al
subir al autobús, todos mis recuerdos se desvanecieron y mi cabeza se puso a
planear todo lo que haría durante mi corta estancia en Madrid. Lo primero que
haría sería dejar mis pertenencias en la casa de una amiga de la infancia y
ponerme algo más abrigador, para luego salir pitando a cumplir uno de mis sueños,
ir a ver a mis ídolos. Si lograba hablar con ellos, seria todo más que
perfecto. Había gente que pensaba que estaba más que chalada, que era una
ilusa, que ellos nunca se detendrían a ni a saludarme y que mucho menos se
fijarían en mí, pero yo pasaba, ellos serían
los últimos en hacer que pierda la esperanza, simplemente porque ellos
no saben nada. Lo que yo siento por mis chicos, no es fácil de describir. Yo no
estoy aquí solo por sus caras bonitas, sus canciones me inspiran, me hacen
sentir querida, me hacen sentir yo. En los momentos en los que no sabía qué
hacer, o estaba plof, solo tenía que darle al “play” para encontrarme mejor.
Eso nadie lo comprendería. Menos mal que mi familia y mis amigos me apoyaban y sé
que a ellos, los tendría para cualquier cosa, aunque la distancia siempre es un
impedimento… Pero bueno, en estos momentos, prefería no pensar en esas cosas,
si no mirar hacia delante y que sea lo que tenga que ser.
Miré
el papel donde tenía apuntada la dirección de mi amiga Raquel y elevé la
mirada, para confirmar que estaba en el portal correcto. Cogí aire y pulsé en
el telefonillo al 1º D. No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa al ver el piso.
- ¿Sí?
¿Quién es? –Me preguntó una voz saltarina.
- Soy
Zaynab, ¿eres tú, Raquel? –Pregunté para asegurarme de que no me había
equivocado.
- ¡Si,
sube Zay! –Exclamó abriéndome la puerta.
Estaba
un poco nerviosa, hacía muchísimo tiempo que no la veía. Por lo que recordaba, éramos
muy buenas amigas, pero desde que se mudó a Madrid, perdimos el contacto, hasta
hace un par de meses. Cuando terminé de subir la escalera con mi maleta a
cuestas, giré la mirada y ahí estaba ella esperándome en la puerta de su casa,
con una gran sonrisa en su rostro, ahora adornada con brackets.
- ¡Zaynab!
¡¡Que ganas tenia de verte! –Exclamó, para después abalanzarse sobre mí y
plantarme un abrazo.
- ¡Y
yo Raquel! ¿Qué tal tía? Hacía ya que no nos veíamos, te he echado de menos…
–Le dije después de soltar la maleta para poder corresponderle al abrazo.
- ¡Y
yo a ti! Venga pasemos y me cuentas todo. –Me dijo ayudándome a coger la maleta
del suelo.
Al
entrar, me condujo a una pequeña habitación, donde dejó mi maleta y que sería
donde pasaría la noche, para después ir al aeropuerto. Su apartamento era
precioso, tenía vistas a un parque gigantesco al que todas las parejas iban a
pasear. Estuvimos hablando durante un rato, recordando todos los buenos
momentos que vivimos en nuestro pueblo canario y contándonos todo lo que había
pasado en todo el tiempo que no nos habíamos visto.
- Me
alegra mucho haberte visto Raquel, pero me tengo que ir yendo… ¿Tu sabes dónde
queda la calle Alcalá? Es donde está el plato de El Hormiguero. –Le dije
mientras cogía mi mapa de Madrid.
- Quita,
quita, no necesitas eso, está cerca. El parque que te he enseñado antes es el
Retiro, de ahí tienes que caminar unas cinco calles largas y ya llegas. –Me
dijo mientras me señalaba el camino en el mapa.
- Muchas
gracias enserio. Vendré un poco tarde. A ver si tengo suerte… –Dije mientras cogía mi bolso.
- No
te preocupes, tengo insomnio y no duermo casi nada, jaja. Ya verás que logras
algo, espero que te vaya genial y que no sea en vano. –Me dijo mientras se
acercaba a despedirse de mí.
- Gracias
Raquel, ahora nos vemos. –Dije saliendo de la casa. Me iba contenta con
aquellas palabras de ánimo.
Ahora
solo me quedaba llegar a mi destino para cumplir uno de mis sueños. Me puse en
marcha con un buen presentimiento que me invadía todo el cuerpo. Solo me
quedaba ser todo lo positiva posible. “Que me pase lo que el mundo quiera”.
Pensé.
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