jueves, 29 de agosto de 2013

Capítulo 24, “Las Spanish”

- Encantada Katia. –Me dijo con una sonrisa en la cara, mientras aceptaba mi mano y la agitaba con seguridad de arriba abajo, para después guiñarme un ojo.
- Ma-marta. –Tartamudeé e intenté cambiar mi cara de incomprensión.
- Bueno, continúo. La señorita Moreno tendría que cursar cuarto grado, pero  como ya te había dicho, por sus altas calificaciones, después de haberla tomado un examen de mucho nivel y ella haberlo aprobado, el claustro y el director, hemos decidido darle el certificado de GCSE, así que puede pasar a primer curso de A-Levels sin problema. Ya que a partir de ahora pasareis mucho tiempo juntas en horario escolar, espero que puedas ayudarla con cualquier duda, ya que creo que eres la más adecuada como para solucionárselas. –Explicó sin pausa mientras arrastraba hacia a mí un folio azulado sobre la mesa. Se trataba del expediente académico de Marta. Todo completamente limpio, tres matrículas de honor y el resto dieces, exceptuando un 9.75 en análisis sintáctico.
- No es necesario que me muestre esto, lo haré con mucho gusto. –Le respondí a la profesora mientras me levantaba de la silla.
- Perfecto, muchas gracias Katia. Ahora podéis regresar a clase. Tomad vuestros justificantes de retraso. –Nos entregó a cada una, una pequeña hoja con los minutos de inasistencia a clase, acompañado de su horrorosa firma.
- Hasta luego. –Dijimos  a la vez mientras salimos del despacho.

Expulsé todo el aire que tenía en los pulmones y volví a coger más, mientras dejaba que mi espalda resbalara por la pared, hasta rozar con el suelo. Mi cabeza no daba crédito a… todo esto.  Era coincidencia que Zaynab estuviera aquí, pero ya tenía que ser demasiada coincidencia que Marta también estudiara aquí y mucha más, que cursara el mismo grado que yo.

- No te alegras de verme, ¿verdad? –Me dijo mientras se sentaba a lo indio a mi lado. La miré y me acerqué a ella para rodearla con mis brazos.
- Es que esto es imposible, todavía sigo sin creérmelo… ¡Claro que me alegro de verte! –Dije aplastándola levemente entre mis brazos.
- Intenté hablarte, porque me caíste genial, pero perdí tu número. En serio, te estaré agradecida eternamente, nadie había hecho lo que tú hiciste por mí. Mil gracias en serio. –Ahora ella me apretujo más a mí y sentí como su respiración se entrecortaba.
- No te le me vayas a poner a llorar, eh… –Le dije mientras me separaba de ella y posaba mis manos sobre sus hombros. Mi cerebro se puso a analizar sus agradecimientos. ¿A qué se deberían?
- Jo, Katia. –Se secó las lágrimas.- ¿Viste la foto que subieron los chicos a Twitter y a Instagram ayer por la noche? –Me preguntó mientras buscaba en su mochila.
- ¿Qué foto? –Pregunté intrigada. Me dispuse a buscar mi móvil en el doblez de la cintura de mi falda, pero no lo encontré. Era el único lugar donde lo guardaba.- Mierda, me lo he olvidado en casa. –Dije en un susurro casi inaudible.
- ¡Mira! –Puso la pantalla de su móvil en frente de mis ojos, y ahí estaba la foto que me debía mi hermano. Estaban los cinco sonrientes enseñando en sus muñecas las pulseras que le había hecho Marta. Cogí el móvil entre mis manos, para poder leer el mensaje que acompañaba a la foto. Harry había citado el tweet de Liam, “@Real_Liam_Payne: Muchísimas gracias a @martasm_ por las cartas y las preciosas pulseras. ¡Pronto volveremos a Españaaaaa!”
- Oh… Que monos. –Dije poniéndome una mano en el moflete mientras seguía contemplando la foto.
- ¡Sigo teniendo Heart Attacks cada vez que lo vuelvo a recordar! –Elevó la voz, eufórica.
- Me alegra mucho ver esa sonrisa. Solo hice lo que estaba en mis manos. –Dije lo más sincera que pude.- Será mejor que vayamos a clase, se nos ha pasado bastante el tiempo, tendremos que poner una buena excusa. –Cambié de tema mientras la ayudaba a ponerse en pie para dirigirnos a clase.

Por suerte la señorita Manhattan no asistió a clase y no tuvimos replica alguna por la tardanza. En la media hora libre que nos quedó, presente a Marta a la clase entera y después me uní con nuestro grupo, que se encontraban sentados en el suelo.

- Esto de que estéis aquí, es genial chicas. –Dijo Kelly achuchando a Marta.
- Si, la verdad es que presiento que este año junto a vosotras será fantástico. –Entonó contenta Diana mientras me hacía un hueco a su lado para que me pudiera sentar.
- Chicas, el viernes hay fiesta en casas de Danielle por nuestro cumpleaños. ¡Y por supuestísimo que estáis invitadas! –Exclamó Eleanor pasándole un brazo por los hombros a su hermana.
- Y por supuestísimo que vamos a ir todos. –Recalqué la última palabra y señalé a cada uno de los presentes en el corro.
- Yo lo siento chicas, sabéis que me encantaría ir, pero tengo que ir hasta Glasgow para el cumpleaños de mi abuela. Ya sabéis, cosas familiares… –Se disculpó Gonzalo poniendo cara de pena.
- Jo, pues nada. Pero el resto tenemos que ir sí o sí. ¿Va? –Pregunté firme, esperando respuesta alguna.
- Va. –Me respondió Kelly poniéndome morritos.
- Pues habrá que ir de compras, porque al menos a mí no me queda nada y además hay que comprar los regalos de las chicas. –Dijo Diana mientras se ponía en pie.- Esta tarde, a las seis, donde siempre. –Sentenció mientras cruzaba el umbral de la puerta. Parecía apresurada y tenía mala cara.
- ¿A dónde irá? –Me pregunté a mi misma frunciendo el ceño.
- Al baño. –Me respondió Kelly, a lo que le respondí con una mirada aún más interrogante.- Gastroenteritis.

Las horas transcurrieron con normalidad, excepto por el ajetreo que hubo en el recreo y entre clase y clase. Al parecer ahora, todos sentían curiosidad por conocer a las nuevas compañeras, o como las llamaban ellos, a “Las Spanish”. Me daba gracia, ya que se habían ganado su mote nada más llegar. Me resultaba un poco agobiante estar rodeada de tanta gente. Se acercaban a nuestro grupo hasta chicos de cursos menores. Supongo que lo nuevo, siempre llama la atención. Hoy era el último día de recuperaciones. Informática y Danza a penúltima y última hora respectivamente, y ya que no tenía que recuperar ninguna de ellas, podía salir antes.

- Tss, ¡tss! –James intentó llamar mi atención, pero pasé de él y seguí haciendo los ejercicios de inecuaciones.- ¡Mira en tu estuche! –Exclamó en un susurro. Levanté la mirada y le maté con ella. En un movimiento ágil, cogí el pequeño trozo de papel que me había dejado en el estuche, lo desdoblé disimuladamente y leí: “Quedan diez minutos para irnos.”
- Eso me lo podrías haber dicho con la boca. –Le dije borde en la voz baja.
- Ya, pero es que reservo mi boca para otras cosas. –Me respondió con tono meloso, subiendo y bajando las cejas.
- Está bien eso de que dejes que te den puñetazos en la boca. Alguna vez me podrías dejar darte alguno. Por fis. –Le dije sarcástica.
- Agresiva. –Dijo seco.
- Pesado. –Le respondí volviendo de lleno a mis ejercicios.
- Sé que me quieres. –Me acusó.
- Si, en la mesa de la otra esquina. –Me posé la mano sobre la boca, para evitar que pudiera salir de ella risa alguna.
- Si, estaría bien… Al lado de la nueva. –Giró la cabeza para mirarla y segundos después volverse otra vez hacia a mi.- La canaria esta buena. –Me susurró al oído haciéndome cosquillas.
- Si tío, me la follaría, jaja. –Dije poniendo voz de chico.
- ¡Hala! ¡¡Todo el día pensando en lo mismo!! –Imitó la voz de una chica mientras lo acompañaba con un movimiento de manos extravagante.
- Para ya bobo, que parece que te está dando una crisis epiléptica. –Reí ya elevando un poco el tono y dándole un toque en el hombro. Podía sentir como las otras clases arrastraban las sillas y empezaban a armar jaleo en el pasillo.
- Podéis salir. –Más que un permiso parecía una orden. La señorita Brookling cogió sus libros de matemáticas y se largó sin decir ni una palabra más. Recogí mis cosas de la mesa y fui hasta donde se encontraban Kelly y Diana haciendo lo mismo.
- ¿Estás bien? Te veo con mala cara. –Le pregunté a Diana mientras caminábamos por el pasillo entre una multitud de adolescentes.
- Si, bueno, más o menos. Estoy revuelta. –Me respondió mientras se frotaba la tripa en círculos.- No debí comer melón y leche a la vez… Pero se me antojó. –Me dijo con tono gracioso.
- Si es que de verdad… –Reí con ganas mientras bajábamos las escaleras.
- Quedamos a las seis en el Starbucks. –Dijo Kelly alcanzándonos. Tiró de ella y corrieron hasta el coche del padre de Diana, que se hallaba en la otra acera, esperándolas con el motor en marcha. Alcé la mano para saludarle y él me correspondió de igual manera. Me quedé esperando a Marta y a Zaynab bajo el hall de la entrada.
- ¡Chicas! –Exclamé al verlas salir por la puerta.- Os estaba esperando. –Dije mientras echábamos a caminar juntas.- Quedamos en el Starbucks a las seis, ¿sabéis dónde está? –Pregunté girándome para poder verlas a las dos, caminando hacia atrás.
- Yo no sé ir, acabo de llegar ayer, jaja. –Me respondió Zaynab.
- Igual que yo. Además, vivo a media hora de aquí en coche, dudo que mi tía me quiera traer de nuevo hasta aquí. –Dijo Marta resoplando
- ¿Y qué os parece… si os quedáis a comer en mi casa y de ahí nos vamos de compras? –Les pregunté juntando las manos en forma de súplica
- Por mi perfecto. Lo único que no puedo llegar a mi habitación más tarde de las diez. –Dijo Zaynab poniéndose a mi lado, colocando las manos al igual que yo.
- Haré una llamada. –Nos dijo Marta cogiendo el móvil mientras se apoyaba en una valla. En pocos minutos se acercó a nosotras.- Vale, me dejan, pero mi primo pasa a recogerme a las nueve. –Dijo saltando de alegría.
- Genial, entonces vamos a mi casa. –Dije finalmente con una sonrisa en la cara.

Capítulo 23, “¿Coincidencia o destino?”

Quizás no me mereciera vivir la vida que tengo, quizás no mereciera tener la compañía y el respaldo de mis amigos, quizás no me mereciera tener el novio que tengo, o a lo mejor, ni siquiera mereciera tener cada cosa que poseo. Quizás no soy la mejor persona del mundo, pero agradezco cada una de aquellas cosas que me hacen feliz. Así que hoy sería el último día que me levantaba y no tendría un rostro inexpresivo o triste; en vez de eso, me obligaría a implantar una sonrisa en mi cara, aunque no estuviera feliz, ni contenta, porque a lo largo de mi corta vida sin experiencias, mucha gente me había dicho que la vida se afronta mejor aunque sea con una leve sonrisa.
Decidí madrugar y levantarme temprano, para llegar lo más pronto posible al instituto. Antes de salir de casa, le envié un mensaje a Diana avisándole de que hoy no pasara a recogerme. El leve viento congelador jugueteaba conmigo intentando levantarme la falda del uniforme. Aunque fueran las siete de la mañana, todavía parecía que fuera de noche. Un parque solitario que tomaba como atajo para acortar camino hasta mi instituto, podría ser perfectamente el escenario idóneo de una película de terror. Sentía una presencia observándome a lo lejos, lo que hacía que me sintiera incomoda y que el miedo, empezara a invadir mi cuerpo. Mis piernas me pedían a gritos que echara a correr y mi cerebro me pedía pausa y tranquilidad, que continuara mi rumbo sin agitaciones. Debatiendo en mi mente, mi dilema entre mi cerebro y mis piernas, sentí como algo se posaba en mi hombro, haciendo que me sobresaltara.

- ¡AAAH! –Reboté dando un pequeño salto, debido al susto, con tal mala suerte, que pisé un trozo de asfalto congelado, resbalé y caí sobre el duro y frío suelo.
- Tranquila… No pretendía asustarte, enserio. –Se disculpó aquella voz aterciopelada que ya reconocía.
- Joder James, ¿Cómo pretendes que no me asuste? –Le pregunté mientras me apartaba los pelos de la cara e intentaba ponerme en pie.
- Espera, que te ayudo. ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? –Me preguntó mientras cogía de mis muñecas y tiraba de mí hacia él, ayudándome a ponerme en pie.
- ¡Auch! Sí, creo que estoy bien, lo único que me duele es la mano derecha… –Dije retirando el contacto con él.
- Creo que te has caído sobre ella, por eso te duele. Deberíamos ir al médico para que te vieran esa mano… –Me dijo mientras me cogía las dos manos y las comparaba la una con la otra.
- No, tranquilo. No es nada, ya se me pasa. –Dije mientras echaba a andar otra vez.
- Se te pasará, pero, ¿qué tal si te has torcido la muñeca? La tienes muy hinchada y si no vas al hospital a que te curen, lo más seguro es que se te quede igual o más de torcida que… ese dedo. –Dijo disminuyendo cada vez más el tono de voz.
- No, no te preocupes. Si el dedo se curó solo, la muñeca también. –Dije desganada, intentando pasar del tema.
- Bueno, como quiera la señorita… –Sentenció. Aceleró el paso para alcanzarme.
- Siempre estás donde  menos me lo espero. Apareces así, de la nada… –Le dije poniendo cara de incomprensión.- ¿Acaso me persigues? –Pregunté llegando a la última opción razonable en mi cabeza.
- La verdad es que no me despierto pensando en donde vas a estar para ir y asustarte. No es uno de mis mejores planes. –Concluyó con tono gracioso.
- Si fuera realmente así, tendría que tener miedo, ¿no? –Pregunté entre risas, intentando tener gracia.
- Yo mismo lo tendría de mi… –Suspiro mientras elevaba los hombros y finalmente echaba a reír.
- James, ¿tú tienes el mismo horario que yo, o vas por el campo científico? –Le pregunté cambiando de tema mientras que esperábamos a Robustiano, el conserje del instituto.
- Un artista como yo, no se puede desperdiciar en la rama científica. Estoy en artes, y lo siento mucho, pero me vas a tener que soportar los dos trimestres que quedan de curso. –Me sacó la lengua mientras empujaba el portón para poder pasar dentro del recinto escolar.
- Gracias Robus. –Le dije al conserje saludándole con la mano.
- ¡Nada chica! ¿Cómo es que habéis venido tan temprano? –Preguntó mientras cerraba con llave aquella puerta tan grande y pesada.
- Pues la verdad, no lo sé. Supongo que para volver a coger antiguas costumbres… Que pase buen día Robus. –Me despedí, mientras que me encaminaba sola al pabellón de música. Vi como James se alejaba, dirigiéndose al gimnasio.

Al entrar me sorprendió lo revuelta que estaba la sala. No había ni un instrumento en su lugar correspondiente. Entre tanto desorden, divisé mi pequeño piano encima de una mesa. Intentado no llevarme nada de por medio, me encaminé hacia él para cogerlo. ¿Cuánto tiempo llevaría sin tocarlo? Sin exagerar, perfectamente unos siete meses, más o menos desde que empecé a salir con Niall, hasta dudaba de que el supiera de mis habilidades con el piano...
Con delicadeza lo llevé hasta el escenario de la sala de orquesta donde se hacían las representaciones musicales. Lo puse sobre un pequeño atril y me senté en un taburete. Posé mis dedos sobre las teclas y llenando mis pulmones de aire, las pulsé. Con los ojos cerrados y con el cuerpo inspirado, empecé a tocar una nueva melodía. Sentía como la música fluía por mis dedos. Aquella delicada melodía pasó a un ritmo muy lento hasta llegar a mi propia versión de Irresistible. Mi cuerpo me pedía cantar, pero sentía que si lo hacía, se me agarrotaría la voz. Esta canción me traía tantos recuerdos, emociones, sentimientos… Un hilo de voz temblorosa salió de mi garganta. “Don’t treat make me stay or ask if I’m ok, I don’t have de answer… Don’t make me stay de night, or ask if I’m alright, I don’t have de answer…” Ahora mismo, me sentía muy identificada con la canción. Mientras mis dedos continuaban el ritmo, y mi voz ya más relajada acompañaba la melodía, sentía una pequeña presión en el pecho, como una agonía queriendo ser ahogada en lo más profundo de mi corazón. La última tecla fue pulsada, sentenciando el final de la canción. Abrí los ojos lentamente, respirando profundo. El sonido de un aplauso pausado pero continuo que provenía de detrás de mí, hizo que me sobresaltara y me girara rápidamente, para ver de quien se trataba. Un foco apuntándome directamente en la cara me impedía que pudiera reconocer a la persona, tan solo podía definir su contorno.

- Aww, ha sido completamente precioso, creo que hasta me he emocionado. –Me alabó una voz femenina, con un acento muy raro. Su figura se iba acercando con timidez. Cada paso hacia a mi hacia que pudiera visualizarla mejor.- ¿Katia? ¿Eres tú? –Me preguntó aquella chica que se me hacía reconocida, al llegar a mi altura. Mi única reacción fue fruncir el ceño.
- Emm… Sí, soy yo… –Le respondí encogiendo los hombros. De inmediato mis facciones cambiaron a sorprendidas al observarla de la cabeza a los pies. Estaba paralizada intentando dar crédito a la situación. ¿Casualidad, coincidencia, destino… Karma? No, no, no. No podía ser, y si lo era, era demasiado… ¿Raro?
- No puede ser cierto… –Dije en un pequeño suspiro. Creo que si  hubieran grabado mi cara, tendrían motivos para reírse de mí durante el resto de mi vida.- ¿Zaynab? –Pregunté poniéndome en pie, acercándome más a ella, entrecerrando mis ojos, observándola mejor, para verificar mis dudas.
- ¡Sí! –Saltó encima de mí estrujándome entre sus brazos.
- Es imposible… ¡¿Qué haces aquí?! –Exclamé de la emoción correspondiendo a su abrazo.
- ¡Estudio aquí! –Me respondió separándose de mí y poniendo una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡¿Cómo que estudias aquí?! ¿Qué haces en pijama? –Le pregunté extrañada.
- Si, ayer entraron todos los becados, solo que muchos vuelos de España y Francia salieron con retraso, debido al temporal, por eso, yo y algunos alumnos más, empezamos hoy las clases. Pensé que hasta unos diez minutos antes de empezar las clases esto estaría vacío. Al escucharte, salí corriendo de mi habitación y por eso estoy en pijama, jaja. –Me explico mientras se rascaba la cabeza y se reía de ella misma.
- ¿Sabes qué? ¡Todavía sigo esperando a que me hables por WhatsApp! –Le reprendí con el dedo, seguido de una carcajada.
- No me vas a creer… Cuando llegué a casa, quise hablarte, pero se me borraron los dos últimos números de tu móvil. –Dijo poniendo cara triste.
-  Pff… Debí apuntártelo en un papel. –Le dije disculpándome.
- ¿Te parece si vamos a mi habitación y me lo vuelves a dar? –Me preguntó sonriente.
- Me parece más que perfecto. Y de paso me cuentas que tal te fue aquel día y como es que estas aquí. –Le dije mientras ponía el taburete en su lugar.
- Vamos entonces. –Me ofreció su mano y yo la acepté para que me guiara hasta su habitación.

[…]


Subí acompañada de Zaynab hasta el tercer piso, donde hoy también daríamos Física a primera hora. Después de haber estado tumbada durante un cuarto de hora en la cama de mi nueva compañera de clase, no me apetecía para nada iniciar la jornada de estudio. Al menos ahora me llevaba mucho mejor con James y no tendría que sufrir tanto en las clases donde nos tocaba sentarnos juntos. Al terminar de subir las escaleras, divisé a Kelly y a Diana sentadas dentro del baño. Eché a correr, no sin antes enganchar mi mano con la de Zaynab y tirar de ella hasta llegar donde las chicas.

- ¡Golfas! ¿A que no sabéis a quien me he encontrado? –Les pregunté con tono juguetón poniendo cara de intrigante, escondiendo detrás de mí a Zaynab.
- ¡Señorita Katia! –Giré sobre mis talones al escuchar tras de mi la irritante voz de mi profesora de Español.- Hágame el favor de moderar su vocabulario, que no estamos en un establo.
- Lo siento señorita Cleawater, no volver a ocurrir. –Dije agachando la cabeza en señal de disculpa.
- Eso espero… Preséntese en mi despacho, tengo una cosa que comentarle. –Sentenció arisca mientras me daba la espalda.
- Ahora mismo voy señorita Cleawater. –Entoné en tono burlón poniendo muecas, para después resoplar.
- Katia se ha metido en problemas, Katia se ha metido en problemas… –Canturrearon al unísono Diana y Kelly mientras se ponían en pie.
- Bueno Zay, te dejo con este par. Ahora vuelvo… Eso espero. Y vosotras, no la hagáis sufrir. –Dije mientras me encaminaba al despacho y dejaba a mi espalda gritos de sorpresa, saludos y bienvenidas. Caminé a paso ligero y antes de abrir aquella puerta de madera antigua, cogí aire.
- Buenos días, dijo que me quería decir una cosa. –Dije mientras cerraba la puerta y me ponía en una posición firme ante ella. Pude ver una cabellera rubia sobresaliendo del respaldar de la silla que se encontraba en frente de su mesa.
- Buenos días. Por favor, tome asiento al lado de la señorita Moreno. –Me señaló el sitio contiguo al de la rubia. Sin ganas, la obedecí.
- Tú dirás. –La tuteé seca mientras me acomodaba los pliegues de la falda.
- Ella es la señorita Marta Moreno. Ha venido desde España, ya que le concedimos una de las becas por sus altas calificaciones. –Me contó mientras sonreía falsamente y señalaba a la chica que tenía al lado.
- Hola, yo soy Katia Mal… –Giré el tronco estrechándole la mano en forma de saludo, pero se me hizo imposible terminar de gesticular palabra alguna, al ver aquel rostro angelical, ya conocido para mí. “Que pequeño es el mundo”, pensé.

Capítulo 22, “La clase de física”

La tarde en casa fue agotadora, después de comer y entregarles los regalos a Perrie, Danielle y a Gonzalo, jugamos al Just Dance en la Wii. La habilidad que tenían para bailar, me impresionaba, en cambio yo parecía un pato mareado sin rumbo, con un mando enganchado en la muñeca. Después salimos a dar una vuelta para ver tiendas por el centro, pero el viento frío y congelador, hizo que decidiéramos irnos cada uno a su casa.
Al llegar, me topé con Mofo tumbado en el felpudo de la entrada, esperándome. Me sentía mal por no haberle dado casi ningún gesto afectivo, pero todo esto me pilló de sorpresa, así que le cargué por las patas y me lo llevé a mi habitación, donde me puse el pijama para estar más cómoda y poder jugar más a gusto con el perrito.

- Pequeñito, que bonito que eres... Lo siento por lo de esta mañana, ¡pero me diste un buen susto! Mañana cuando venga del instituto, te traeré una correa y un collarín con una placa con tu nombre por si te pierdes, comida de perro y cuencos para que puedas comer. –Le dije mientras acariciaba su lomo, para después rascarle el cuello con energía, lo que hizo que pasara de un estado tranquilo y sosegado a uno eufórico y juguetón.- ¡Ay Mofo, no me muerdas el pelo! –Repentinamente paró y puso las orejas hacia arriba, mirando hacia la ventana, lo que hizo que yo también dirigiera la mirada hacia ahí.- ¿Qué pasa Mofo? –Segundos después sonó el timbre. Me levanté de la cama y me dirigí a bajar las escaleras para abrir la puerta.- No te muevas de ahí bola de pelos, eh... –Corrí para abrir rápidamente la puerta.
- ¿Intentas que te tenga miedo? –Le pregunté entrecerrando los ojos, extrañada.
- Que va... Tan solo asustarte. –Me respondió mientras dejaba ver media sonrisa en sus labios.
- Pues creo que te estas esforzando y lo estas consiguiendo. ¿Qué haces aquí? ¿Acosarme? –Le pregunté mientras me cruzaba de brazos, apoyándome en el marco de la puerta.
- Oye Kat, te lo tienes muy creído, ¿no? –Me preguntó poniendo una expresión pícara en su cara y copiando mi postura.
- Que quieres... –Le exigí saber con tono cansado para después soltar un suspiro.
- Me he encontrado con las… tus amigas, y les pregunté donde vivías, y aquí estoy. –Me  respondió mientras apartaba la mirada de mí y la dirigía al interior de la casa.- Hace frío.
- Sí, mucho. ¿Y para que has venido? –Le pregunté mientras juntaba más la puerta.
- Para que me enseñes Física, profesora Malik. –Me dijo con tono juguetón.
- ¿Puedes dejar de ser tan... bobo? Si has venido para eso, ¿dónde está tu cuaderno para que cojas apuntes? –Le pregunté con tono enfadado.
- Confiaba en que tú me lo dejarías. Bueno, veo que te incordio, lo siento por haber venido, tendría que haberte avisado antes. Nos vemos mañana en clase. –Dijo mientras agachaba la cabeza y se giraba para volver por donde había venido. Fue en ese momento, en el que me di cuenta de lo borde que estaba siendo con él, pero si lo estaba siendo es porque él era muy irritante...
- Espera James... Pasa, anda. –Le dije con tono de súplica mientras esperaba a que se girara.
- ¿Estás segura? No quiero molestarte más. –Me respondió con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones.
- Si, el próximo día, seguro que tenemos examen sorpresa, y... si suspendes perderás la beca, ¿no? –Le dije mientras le llamaba con la mano y me metía en casa.
- Gracias. –Escuché su voz a mis espaldas mientras cerraba la puerta.- ¡Wow...! Menudo casoplón tienes, ¿no? –Me preguntó mientras no paraba de observar a su alrededor.
- Bueno... Es como las casas de por aquí. –Le respondí. Su presencia me incomodaba, sentía su mirada en mi nuca constantemente.- ¿Quieres un café o algo de beber? –Le ofrecí.
- No, muchas gracias –Me respondió sin dejar de mirar las fotos enmarcadas de las estanterías.- ¿Quién es este? Me suena mucho su cara. ¿Es tu novio? –Me preguntó mientras señalaba una foto en la que salíamos Zayn y yo abrazándonos, en la fiesta de mi cumpleaños pasado.
- Jaja, que va... es mi hermano. –Me hizo gracia su pregunta, realmente no sabía si me estaba tomando el pelo o de verdad no sabía quién era mi hermano. Puse en la mesa los libros de Física y busqué un cuaderno en limpio, para practicar ejercicios. El silencio inundó la sala.- Dime James, ¿por qué? –Le pregunté echa un lio.
- ¿Por qué, el que? –Me preguntó ahora él.
- ¿Por qué eres tan bipolar? –Le pregunté mientras dejaba escapar de mi garganta una pequeña risa.
- No sé a qué te refieres. –Me contestó seco mientras se acercaba a la mesa, para sentarse a mi lado.
- Que primero vas de gallito, el más macho, de cretino y después eres un trozo de pan. –Le dije mientras abría el libro y buscaba la página que nos habían mandado.
- No sé Katia, porque yo soy así, soy un chico mal. He visto que mi comportamiento te incomodaba, y ya que vamos a estar algunas tardes juntos, pues... Eso. –Me respondió sin dejar de mirarse los zapatos.
- Ah, bueno. No sé, como cuando vinieron mis amigos, también cambiaste en rotundo... Por eso preguntaba. Porque para ser sinceros yo estoy un poco tocada de la cabeza, jajaja. –Le dije mientras me reía y movía el dedo índice en círculos al lado de mi frente.
- Es que aunque no lo parezca soy muy vergonzoso... –Por fin me miró y me lanzo una sonrisa tímida.- ¿Sabes? Las personas que están locas, al final son las mejores personas. –Me respondió ya esta vez mirándome.
- Emm... Bueno, comencemos. –Le dije cambiando de tema.

No es que fuera muy lista, pero la física se me daba bien. Cada cosa que explicaba, James la entendía perfectamente, y con su nuevo comportamiento, daba gusto enseñarle y hasta de pasar el rato con una persona así. El crujido de mis tripas me alertó de la hora que era. Ya había oscurecido, y me sentía un poco cansada.

- ¿Tienes hambre? –Me preguntó mientras dejaba de lado el cuaderno con el problema de dinámica.
- La verdad es que si... Un poco, es que suelo cenar temprano. –Le respondí mientras posaba mi mano sobre mi tripa.
- Ah, bueno, pues yo creo que me voy, para que puedas cenar tranquila. –Me dijo mientras cogía su chupa de cuero del respaldo de la silla.- ¿Cuándo podría volver a venir para terminar el temario? –Me preguntó ya en la puerta.
- Emm… pues mañana mismo o cuando tú quieras. Todas las tardes estoy libre. Pero avísame antes. –Le dije con una sonrisa en la cara.
- Bueno, pues nos vemos mañana en clase. Adiós. –Se despidió, y antes de salir por la puerta, me dio un beso en el moflete, lo que hizo que me quedara paralizada. ¿Por qué mi cuerpo reaccionó así ante un simple y tonto beso?
- Adiós. –Susurré mientras ponía mi mano encima del rastro que quedaba de sus labios en mi cara. Al reaccionar cerré la puerta y apoyé mi espalda en esta, reflexionando todo. ¿Qué se supone que estaba haciendo? Mi mente estaba totalmente bloqueada. El sonido del timbre hizo que me estremeciera y tuviera un acto reflejo de abrir la puerta de inmediato. Y ahí estaba él.
- He pensado que... Si te apetecía venir a cenar conmigo... ¿Quieres? –Me preguntó mirándome esta vez fijamente. Su pregunta, otra vez me pilló en blanco, desprevenida como aquel beso.
- Emm... Es que... No... –Tartamudeé continuamente. Otra vez las tripas me volvieron a sonar.
- Anda, te están suplicando que aceptes, escucha como suenan, jaja. –Me dijo con tono gracioso mientras que ponía la mano al lado de su oreja, haciendo como si lo estuviera escuchando como se quejaba mi estómago.
- Pero... No puedo James, lo siento, tengo un montón de cosas que hacer… Me encantaría, quizás en otra ocasión. –Le dije con la voz temblorosa, reaccionando ante la proposición.
- Bueno, pues lo dejamos para otro día. No te creas que me voy a olvidar muy fácilmente de que me debes una cena, eh… –Me dijo señalándome con el dedo, mientras me sonreía.
- Claro, otro día podríamos quedar con todos a cenar, estaría genial. –Le contesté cambiando el mensaje.
- Perfecto, otro día quedamos a cenar, tú y yo. –Continuó  insistiendo.
- Jajaja, venga, nos vemos mañana. –Reí ante su terquedad, y me despedí con la mano mientras que iba cerrando la puerta.

Caminé hasta la cocina mientras pensaba que cenaría hoy. ¿Ensalada? Que va, hace mucho frío como para una ensalada, mejor una taza con leche calentita y ya está, me respondí a mí misma. Me la preparé y subí  a mi habitación. Cogí el libro de Arte y el móvil y los dejé sobre mi cama. Fui a preparar el uniforme para mañana y no estar haciéndolo a última hora. Me terminé la taza de leche y me fui a lavar los dientes. Antes de meterme en la cama por fin, me hice un “moño choni” para poder estudiar a gusto.

* Conversación del WhatsApp *
Niall ♥: Mi vidaaaaa.
Yo: ¡Mira mi amor! (Imagen envida)
Niall ♥: ¡Oh! Que preciosa estas mi amor, y Mofo ha crecido, eh… Jaja.
Yo: No me mientas, estoy fea, con solo decirte que estoy estudiando Arte y ya sabes las pintas que llevo cuando estudio, jajaja. Mi cachorro sí que está precioso.
Niall ♥: Sabes que tú siempre estas preciosa. (Imagen recibida)
Yo: Jaja, mi rubio, ¡tú sí que eres precioso! ¿Sabes que te echo mucho de menos?
Niall ♥: ¿Cuánto? ¿Mucho, mucho?
Yo: Eso se queda corto… Sabes perfectamente que tan solo ha pasado un día y ya me haces falta.
Niall ♥: Quiero que estés aquí, entre mis brazos.
Yo: Y yo estar entre ellos.
Niall ♥: Menos mal, que dentro de un par de semanas, nos dan un par de días libres y podré ir a verte.
Yo: Eso es genial, cariño. Espero que se pasen rápido. ¿Qué tal el día? ¿Los chicos están bien?
Niall ♥: Bueno, cansado… ¿Y el tuyo pequeña? Están todos bien, extrañándoos también a vosotras.
Yo: Pues mi día como los de siempre. Hoy casi discuto con la de Física…
Niall ♥: ¿Y eso? Kat, no quiero que te metas en problemas.
Yo: Pues porque la muy… Bueno, que me dijo que le tenía que dar clases particulares a un alumno nuevo. Más bien, me exigió.
Niall ♥: Ay… Pero no te enfades cielo, todo pasa por algo.
Yo: Ya, tienes razón. Al final el chico vino hoy a casa y le di una clase, y todo genial.
Niall ♥: Me alegro pequeña. Bueno, me tengo que ir, me está llamando tu hermano que tenemos que salir ya del hotel. ¡Estudia mucho! Te amo.
Yo: Vale mi vida. Te amo más.
* Fin conversación del WhatsApp *

Contemplé la foto que le había enviado, salía abrazando a Mofo. La foto sería más que perfecta si en ella también estuviera mi chico, pero bueno, lo que me tranquilizaba era que dentro de unas semanas le volvería a ver… Pasé a la siguiente foto, la que me había enviado él, salía con los ojos cerrados y poniendo morritos; sin pensármelo dos veces, la coloqué de salvapantallas. Puse la alarma en el despertador y conecté el móvil a cargar, ya estudiaría mañana, estaba cansada. Cerré los ojos convenciéndome que mañana faltaría un día menos para verle.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Capítulo 21, “El nuevo”

- ¿De qué te ríes? –Le pregunté con tono borde. Tuve la necesidad de observarlo detenidamente mientras que le entregaba el montón de hojas que había conseguido coger tras encontrar mi móvil. Al acercarme a él, su dulce perfume me ataco dándome enormes bofetadas en el cerebro. El chico era alto, tenía unos profundos ojos verdes apardados y un pequeño tupe ladeado de color castaño.
- Es que… Jajaja. Se te han desabrochado los botones de la camisa. –Me respondió señalándome. Bajé la mirada y logré ver todo mi sujetador al descubierto, rápidamente uní con las manos los bordes de la camisa.
- Que infantil que eres. Como si nunca hubieras visto unas… –Le dije mientras me abotonaba la camisa y me alejaba de él, para dirigirme hacia mi clase, dándole la espalda.
- ¡Si, pero nunca unas así! ¡¿Cuál es tu nombre?! –Me gritó como si se tratara de un objeto.
- Cretino… –Susurré mientras seguía mi camino hasta llegar a la puerta. Suspiré y entré.- Buenos días señorita Manhattan, disculpe mi retraso. –Dije mientras me acercaba a su mesa. –Han sido problemas familiares, no volverá a ocurrir. –Continué diciéndole con tono de disculpa.
- Buenos días señorita Malik, ya lleva dos ausencias y tres retrasos no autorizados. –Me contestó mientras no apartaba la mirada de la pantalla del ordenador.
- Ya, ya lo sé, y si están autorizados, solo tendrá que llamar a mi madre o a mi hermano para confirmarlos. –Le dije mientras apoyaba los codos en su mesa.
- Que sea la última vez que llegas tarde o que interrumpes mi clase. –Me dijo arisca, mientras me indicaba con la barbilla que me sentara.
- No se preocupe. –Le respondí seca. Me giré para dirigirme a mi pupitre, que no sé porque motivo se encontraba ocupado por Danielle y al echar un vistazo general por toda la clase, vi que todos estaban cambiados de sitio sentados de dos en dos, y la maravillosa persona de mi profesora, me había reservado un lugar en primera fila, y encima sola, que maja… Pasé de discutir con la susodicha y fui a sentarme en el lugar indicado. Pude ver como Kelly y Diana, que estaban sentadas juntas me saludaron, al igual que Gonzalo, Eleanor y Perrie que me lanzaron una gran sonrisa. Saqué el libro de Física y el estuche, y por debajo de la mesa, encendí el móvil, ya que del golpe que se dio, se había apagado. Pasaba de hacer los ejercicios para el cuarto de hora que quedaba, además, no tenía los apuntes de los días que había faltado y no sabía hacer nada… Preferí seguir hablando con Niall.

*Conversación del WhatsApp*
Yo: Ya entré en clase. Tenía miedo de que me pusieran un parte, ya he faltado mucho…
Niall : No te preocupes, seguro que no te ponen nada. ¿Qué te toca ahora?
Yo: Ahora Física y después tengo Geografía.
Niall : Bueno cariño, yo ahora tengo que entrar en aire, estamos en la radio. Suerte en tu día, que te vaya bien, más tarde hablamos, ¿vale? Te quiero princesa.
Yo: Vale, gracias cielo, que tengas un buen día tú también. Te quiero mi vida.
*Fin de la conversación del WhatsApp*

- Aquí tiene señorita Manhattan, las fotocopias que me pidió. –Escuché una voz familiar, pero yo seguí fija con el móvil.
- Gracias señor Pattinson. ¿Se ha tardado más de lo normal, no? –Respondió la profesora mientras los recibía.
- Sí, es que he tenido un percance. Ya sabe, soy nuevo y no sabía dónde estaba la sala de la impresora. –Contraatacó el tal Pattinson.
- Anda, siéntate y haz los ejercicios. –Le ordenó la señorita Manhattan. Por el rabillo del ojo, vi como el chico caminó hasta mi sitio, para sentarse en el pupitre vacío que había a mi lado. No tenía ganas de hablar, así que seguí jugando con el móvil.
- No le han dicho a la señorita… ¿Cómo se llama? Bueno, ¿no le han dicho que desperdiciar el tiempo en clase es malo? ¿Y que es de mala educación no responder a una pregunta? –Me preguntó el chico mientras sacaba sus útiles de la mochila. Levanté la cabeza para ver de quien se trataba mientras que me mordía con gran afán las uñas. Enserio, ¿que había hecho yo para merecer esto? El destino me la tenía jurada.
- ¿Sabes que tienes una hostia en la cara? –Le respondí con otra pregunta, para después volver de lleno al juego.
- Puede… No lo sé. –Me dijo sin dejar de apartar la mirada de mí.
- ¿Qué pretendes? –Le pregunté parando de jugar con el móvil de forma brusca y ya mirándole fijamente.
- ¿Tu nombre? –Me preguntó de nuevo.
- Eugenia de Montijo. Encantada de conocerte. –Le dije esbozando una enorme sonrisa falsa, mientras le estrechaba la mano en forma de saludo.
- Encantado, igualmente. ¿No me preguntas por mi nombre? –Me preguntó mientras aceptaba mi mano.
- ¿No te das cuenta de que no me importa? –Le respondí con tono cansado, debido a su jueguecito.
- Guapa, con sentido del humor y borde. Algo malo tenías que tener… –Dijo en un suspiro ahogado.
- Tonto, retrasado y creído. Lo malo, empeora, ay… –Dije mientras reía en mi fuero interno. Sonó el timbre de intercambio de clase, lo que hizo que me sobresaltara.
- Bueno chicos, termináis los ejercicios de dinámica y gravitación para el siguiente día. –Dijo la profesora mientras recogía sus cosas y cuando termino se acercó hacia nosotros.- Como he visto que durante el resto de la clase no habéis parado de hablar, he supuesto que habéis hecho buenas migas, por lo que Katia, ya que tu llevas bien esta asignatura, me vas a hacer el inmenso favor de darle unas cuantas clases a el señor Pattinson, para que se ponga al día, ¿vale? Gracias. –Me dijo mientras me daba la espalda y desaparecía por la puerta.
- Pe-pero señorita Manhattan, ¡no puede hacerme esto! Me está exigiendo algo a lo que ni siquiera estoy capacitada. ¡¡Señorita!! –Grité enfurecida, poniéndome en pie para perseguirla y armarle un numerito delante de todos en el pasillo, pero alguien me sujeto por detrás.
- ¡Kat, tía! ¿Ibas a perseguir a esa bruja? No te rebajes y ven a darme un abrazo, ¡que te he echado de menos! –Me dijo Gonzalo tan alegre como siempre.
- ¡Ay Gon! Yo también te he echado de menos… –Le dije mientras me giraba para darle un abrazo.
- ¿Qué tal por Madrid? Me parece muy fuerte que no me hayas enviado ni un mensaje, eh… –Me dijo mientras me observaba detenidamente. –Estas muy pálida… A última tenemos recuperación de Artística y nos podemos ir a casa, te invito a un mocca en la cafetería, ¿te apetece? –Me preguntó sonriente.
- Claro que me apetece Gon. –Le respondí devolviendo la sonrisa.
- ¡Perrie! ¡Guarrilla que ya me he enterado de todo! Me lo contó quien tú ya sabes ayer. Me alegro mucho por vosotros tía. –Le dije mientras le daba un gran abrazo y un beso, en forma de saludo.
- ¿De qué te has enterado? No te comprendo… –Me respondió con cara de desubicación al separarnos del abrazo.
- De ti y de Liam… ¿O no? –Pregunté con miedo a saber cuál sería su respuesta.
- ¡¿Qué?! No, no puede ser… Joder, tía… –Dijo mientras comenzaba a caminar de un lado hacia otro.
- ¿Qué le ha pasado? –Preguntó Diana que recién llegaba junto con Kelly y Eleanor.
- Que Perrie ha vuelto con Henry hace dos días. –Gonzalo resolvió nuestras dudas.
- ¿Y qué pasa entonces? Perrie, me lías. –Dije cogiéndole por los hombros para que se estuviera quieta.
- A ver Kat, ¿te acuerdas ese día que me fui de tu casa por la noche? –Me preguntó con los ojos abiertos y a punto de llorar, a lo que yo asentí para que prosiguiera contando.- Pues de camino a casa me encontré con Henry y empezamos a hablar sobre porque rompimos y bueno, acabamos volviendo… Ha sido un año sin él y le he echado mucho de menos. Lo siento mucho por Liam, sería un sueño cumplido, y sé que es muy buen chico, pero no puedo hacerle esto a Henry ahora que lo estamos volviendo a intentar. –Continuó, diciendo todo el cumulo de palabras de un tirón, mientras que las lágrimas rodaban por sus mejillas.
- ¡¿Qué tú estás despreciando a Liam?! ¿Por Henry? Te falta algo en la cabeza… –Medio gritó Eleanor. Era de esperar que Perrie se lo contara a su hermana, se lo contaban absolutamente todo, por eso no me enfadé.
- ¡Tranquila Perrie! No llores, seguro que todo ha sido una confusión. –Dijo Kelly mientras le limpiaba el rastro de lágrimas.
- Jo, Kelly… Es que no sé qué habrá pasado. Hablamos todos los días, pero yo en ningún momento le he querido dar a entender eso, yo le hablaba en posición de amiga, de nada más. Me siento mal. –Dijo mientras poyaba la espalda en la pared y tiraba la cabeza hacia esta.
- Mira, solo es cuestión de hablarlo en plan bien. No te pongas nerviosa Perrie… -Dijo Diana con tono comprensivo.
- Si eso es lo que voy a hacer Didy. –Respondió a la vez que intentaba recomponerse, secándose la cara con los puños del jersey y dando pequeños resoplidos.
- Bueno así, cambiando de tema… ¿Tú quién eres? –Preguntó Gonzalo, dirigiéndose al creído, el cual se había sentado en la mesa, escuchando toda nuestra conversación.
- Yo… Yo soy James, y si no me equivoco, sois Gonzalo, Kelly, Diana, Danielle y Perrie, ¿no? –Preguntó señalando a cada uno respectivamente cuando decía sus nombres.
- Si, has acertado. –Le respondió Gonzalo mientras cogía su mochila del suelo y se dirigía hacia la puerta.- Venga chicos, que llegamos tarde a Geo. –Dijo mientras la mantenía abierta para que saliéramos, recogí todas mis cosas y nos dirigimos apresurados al aula de Geografía. Me resultó extraño el cambio de comportamiento de James con mis amigos, le veía más… vergonzoso, en comparación de demasiado suelto que estaba hace unos minutos.

Las horas pasaban realmente despacio. En la hora del recreo, Diana me contó que lo del cachorro, lo habían organizado Niall, Zayn y ella cuando fueron al restaurante del hotel a cenar; pensaron que un perro estaría bien, ya que ahora, viviría relativamente sola en la casa. Hablamos sobre lo que pasó en Madrid entre Kelly y Louis y finalmente, les conté lo que me pasó esta mañana cuando me topé con James…

Nos reunimos los seis en la cafetería como había quedado con Gonzalo. Después de haberles contado lo bien que nos lo pasamos en nuestro viaje, me acordé de que me había dejado sus regalos en casa, por lo que los invité a comer y a pasar la tarde en esta y así de paso conocerían a Mofo. Al terminarnos el café, salimos de la cafetería con tan mala suerte de que nos volvimos a encontrar con James, el cual siguió su rumbo, despidiéndose de nosotros con un tímido “Hasta mañana”. Al pasar por mi lado, chocó con mi hombro y sentí como me entregaba algo en la mano. Era un pequeño trozo de papel, el cual, escondí rápidamente en el bolsillo de mi abrigo, para no obtener ninguna pregunta por ella.