miércoles, 21 de agosto de 2013

Capítulo 21, “El nuevo”

- ¿De qué te ríes? –Le pregunté con tono borde. Tuve la necesidad de observarlo detenidamente mientras que le entregaba el montón de hojas que había conseguido coger tras encontrar mi móvil. Al acercarme a él, su dulce perfume me ataco dándome enormes bofetadas en el cerebro. El chico era alto, tenía unos profundos ojos verdes apardados y un pequeño tupe ladeado de color castaño.
- Es que… Jajaja. Se te han desabrochado los botones de la camisa. –Me respondió señalándome. Bajé la mirada y logré ver todo mi sujetador al descubierto, rápidamente uní con las manos los bordes de la camisa.
- Que infantil que eres. Como si nunca hubieras visto unas… –Le dije mientras me abotonaba la camisa y me alejaba de él, para dirigirme hacia mi clase, dándole la espalda.
- ¡Si, pero nunca unas así! ¡¿Cuál es tu nombre?! –Me gritó como si se tratara de un objeto.
- Cretino… –Susurré mientras seguía mi camino hasta llegar a la puerta. Suspiré y entré.- Buenos días señorita Manhattan, disculpe mi retraso. –Dije mientras me acercaba a su mesa. –Han sido problemas familiares, no volverá a ocurrir. –Continué diciéndole con tono de disculpa.
- Buenos días señorita Malik, ya lleva dos ausencias y tres retrasos no autorizados. –Me contestó mientras no apartaba la mirada de la pantalla del ordenador.
- Ya, ya lo sé, y si están autorizados, solo tendrá que llamar a mi madre o a mi hermano para confirmarlos. –Le dije mientras apoyaba los codos en su mesa.
- Que sea la última vez que llegas tarde o que interrumpes mi clase. –Me dijo arisca, mientras me indicaba con la barbilla que me sentara.
- No se preocupe. –Le respondí seca. Me giré para dirigirme a mi pupitre, que no sé porque motivo se encontraba ocupado por Danielle y al echar un vistazo general por toda la clase, vi que todos estaban cambiados de sitio sentados de dos en dos, y la maravillosa persona de mi profesora, me había reservado un lugar en primera fila, y encima sola, que maja… Pasé de discutir con la susodicha y fui a sentarme en el lugar indicado. Pude ver como Kelly y Diana, que estaban sentadas juntas me saludaron, al igual que Gonzalo, Eleanor y Perrie que me lanzaron una gran sonrisa. Saqué el libro de Física y el estuche, y por debajo de la mesa, encendí el móvil, ya que del golpe que se dio, se había apagado. Pasaba de hacer los ejercicios para el cuarto de hora que quedaba, además, no tenía los apuntes de los días que había faltado y no sabía hacer nada… Preferí seguir hablando con Niall.

*Conversación del WhatsApp*
Yo: Ya entré en clase. Tenía miedo de que me pusieran un parte, ya he faltado mucho…
Niall : No te preocupes, seguro que no te ponen nada. ¿Qué te toca ahora?
Yo: Ahora Física y después tengo Geografía.
Niall : Bueno cariño, yo ahora tengo que entrar en aire, estamos en la radio. Suerte en tu día, que te vaya bien, más tarde hablamos, ¿vale? Te quiero princesa.
Yo: Vale, gracias cielo, que tengas un buen día tú también. Te quiero mi vida.
*Fin de la conversación del WhatsApp*

- Aquí tiene señorita Manhattan, las fotocopias que me pidió. –Escuché una voz familiar, pero yo seguí fija con el móvil.
- Gracias señor Pattinson. ¿Se ha tardado más de lo normal, no? –Respondió la profesora mientras los recibía.
- Sí, es que he tenido un percance. Ya sabe, soy nuevo y no sabía dónde estaba la sala de la impresora. –Contraatacó el tal Pattinson.
- Anda, siéntate y haz los ejercicios. –Le ordenó la señorita Manhattan. Por el rabillo del ojo, vi como el chico caminó hasta mi sitio, para sentarse en el pupitre vacío que había a mi lado. No tenía ganas de hablar, así que seguí jugando con el móvil.
- No le han dicho a la señorita… ¿Cómo se llama? Bueno, ¿no le han dicho que desperdiciar el tiempo en clase es malo? ¿Y que es de mala educación no responder a una pregunta? –Me preguntó el chico mientras sacaba sus útiles de la mochila. Levanté la cabeza para ver de quien se trataba mientras que me mordía con gran afán las uñas. Enserio, ¿que había hecho yo para merecer esto? El destino me la tenía jurada.
- ¿Sabes que tienes una hostia en la cara? –Le respondí con otra pregunta, para después volver de lleno al juego.
- Puede… No lo sé. –Me dijo sin dejar de apartar la mirada de mí.
- ¿Qué pretendes? –Le pregunté parando de jugar con el móvil de forma brusca y ya mirándole fijamente.
- ¿Tu nombre? –Me preguntó de nuevo.
- Eugenia de Montijo. Encantada de conocerte. –Le dije esbozando una enorme sonrisa falsa, mientras le estrechaba la mano en forma de saludo.
- Encantado, igualmente. ¿No me preguntas por mi nombre? –Me preguntó mientras aceptaba mi mano.
- ¿No te das cuenta de que no me importa? –Le respondí con tono cansado, debido a su jueguecito.
- Guapa, con sentido del humor y borde. Algo malo tenías que tener… –Dijo en un suspiro ahogado.
- Tonto, retrasado y creído. Lo malo, empeora, ay… –Dije mientras reía en mi fuero interno. Sonó el timbre de intercambio de clase, lo que hizo que me sobresaltara.
- Bueno chicos, termináis los ejercicios de dinámica y gravitación para el siguiente día. –Dijo la profesora mientras recogía sus cosas y cuando termino se acercó hacia nosotros.- Como he visto que durante el resto de la clase no habéis parado de hablar, he supuesto que habéis hecho buenas migas, por lo que Katia, ya que tu llevas bien esta asignatura, me vas a hacer el inmenso favor de darle unas cuantas clases a el señor Pattinson, para que se ponga al día, ¿vale? Gracias. –Me dijo mientras me daba la espalda y desaparecía por la puerta.
- Pe-pero señorita Manhattan, ¡no puede hacerme esto! Me está exigiendo algo a lo que ni siquiera estoy capacitada. ¡¡Señorita!! –Grité enfurecida, poniéndome en pie para perseguirla y armarle un numerito delante de todos en el pasillo, pero alguien me sujeto por detrás.
- ¡Kat, tía! ¿Ibas a perseguir a esa bruja? No te rebajes y ven a darme un abrazo, ¡que te he echado de menos! –Me dijo Gonzalo tan alegre como siempre.
- ¡Ay Gon! Yo también te he echado de menos… –Le dije mientras me giraba para darle un abrazo.
- ¿Qué tal por Madrid? Me parece muy fuerte que no me hayas enviado ni un mensaje, eh… –Me dijo mientras me observaba detenidamente. –Estas muy pálida… A última tenemos recuperación de Artística y nos podemos ir a casa, te invito a un mocca en la cafetería, ¿te apetece? –Me preguntó sonriente.
- Claro que me apetece Gon. –Le respondí devolviendo la sonrisa.
- ¡Perrie! ¡Guarrilla que ya me he enterado de todo! Me lo contó quien tú ya sabes ayer. Me alegro mucho por vosotros tía. –Le dije mientras le daba un gran abrazo y un beso, en forma de saludo.
- ¿De qué te has enterado? No te comprendo… –Me respondió con cara de desubicación al separarnos del abrazo.
- De ti y de Liam… ¿O no? –Pregunté con miedo a saber cuál sería su respuesta.
- ¡¿Qué?! No, no puede ser… Joder, tía… –Dijo mientras comenzaba a caminar de un lado hacia otro.
- ¿Qué le ha pasado? –Preguntó Diana que recién llegaba junto con Kelly y Eleanor.
- Que Perrie ha vuelto con Henry hace dos días. –Gonzalo resolvió nuestras dudas.
- ¿Y qué pasa entonces? Perrie, me lías. –Dije cogiéndole por los hombros para que se estuviera quieta.
- A ver Kat, ¿te acuerdas ese día que me fui de tu casa por la noche? –Me preguntó con los ojos abiertos y a punto de llorar, a lo que yo asentí para que prosiguiera contando.- Pues de camino a casa me encontré con Henry y empezamos a hablar sobre porque rompimos y bueno, acabamos volviendo… Ha sido un año sin él y le he echado mucho de menos. Lo siento mucho por Liam, sería un sueño cumplido, y sé que es muy buen chico, pero no puedo hacerle esto a Henry ahora que lo estamos volviendo a intentar. –Continuó, diciendo todo el cumulo de palabras de un tirón, mientras que las lágrimas rodaban por sus mejillas.
- ¡¿Qué tú estás despreciando a Liam?! ¿Por Henry? Te falta algo en la cabeza… –Medio gritó Eleanor. Era de esperar que Perrie se lo contara a su hermana, se lo contaban absolutamente todo, por eso no me enfadé.
- ¡Tranquila Perrie! No llores, seguro que todo ha sido una confusión. –Dijo Kelly mientras le limpiaba el rastro de lágrimas.
- Jo, Kelly… Es que no sé qué habrá pasado. Hablamos todos los días, pero yo en ningún momento le he querido dar a entender eso, yo le hablaba en posición de amiga, de nada más. Me siento mal. –Dijo mientras poyaba la espalda en la pared y tiraba la cabeza hacia esta.
- Mira, solo es cuestión de hablarlo en plan bien. No te pongas nerviosa Perrie… -Dijo Diana con tono comprensivo.
- Si eso es lo que voy a hacer Didy. –Respondió a la vez que intentaba recomponerse, secándose la cara con los puños del jersey y dando pequeños resoplidos.
- Bueno así, cambiando de tema… ¿Tú quién eres? –Preguntó Gonzalo, dirigiéndose al creído, el cual se había sentado en la mesa, escuchando toda nuestra conversación.
- Yo… Yo soy James, y si no me equivoco, sois Gonzalo, Kelly, Diana, Danielle y Perrie, ¿no? –Preguntó señalando a cada uno respectivamente cuando decía sus nombres.
- Si, has acertado. –Le respondió Gonzalo mientras cogía su mochila del suelo y se dirigía hacia la puerta.- Venga chicos, que llegamos tarde a Geo. –Dijo mientras la mantenía abierta para que saliéramos, recogí todas mis cosas y nos dirigimos apresurados al aula de Geografía. Me resultó extraño el cambio de comportamiento de James con mis amigos, le veía más… vergonzoso, en comparación de demasiado suelto que estaba hace unos minutos.

Las horas pasaban realmente despacio. En la hora del recreo, Diana me contó que lo del cachorro, lo habían organizado Niall, Zayn y ella cuando fueron al restaurante del hotel a cenar; pensaron que un perro estaría bien, ya que ahora, viviría relativamente sola en la casa. Hablamos sobre lo que pasó en Madrid entre Kelly y Louis y finalmente, les conté lo que me pasó esta mañana cuando me topé con James…

Nos reunimos los seis en la cafetería como había quedado con Gonzalo. Después de haberles contado lo bien que nos lo pasamos en nuestro viaje, me acordé de que me había dejado sus regalos en casa, por lo que los invité a comer y a pasar la tarde en esta y así de paso conocerían a Mofo. Al terminarnos el café, salimos de la cafetería con tan mala suerte de que nos volvimos a encontrar con James, el cual siguió su rumbo, despidiéndose de nosotros con un tímido “Hasta mañana”. Al pasar por mi lado, chocó con mi hombro y sentí como me entregaba algo en la mano. Era un pequeño trozo de papel, el cual, escondí rápidamente en el bolsillo de mi abrigo, para no obtener ninguna pregunta por ella.

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